Mérida, 18 Ene (Notimex).- Espacio ideal para el esparcimiento familiar, la conservación y aprovechamiento de la vida silvestre, así como pulmón de una ciudad, cuya mancha urbana ha superado su área periférica, el parque zoológico del Centenario, es un sitio obligado de visita para los amantes de la paz y la naturaleza.

Un total de siete hectáreas integran este zoológico meridano, cuya edificación data de 1910 y formó parte de una serie de obras impulsadas por Porfirio Díaz en todo el país para celebrar el primer centenario de la Independencia de México.

El sitio, que alberga a 626 animales de 97 especies tiene entre sus mayores méritos, la reproducción de especies en peligro de extinción como: el venado temazate, el ocelote, el jaguar, en el caso de los mamíferos.

En cuando a las aves, varias especies de guacamaya y loro, cuya reproducción en cautiverio es casi imposible.

Para el jefe del Departamento del Parque Zoológico del Centenario, del ayuntamiento de Mérida, William Cabrera Borges, el éxito en la reproducción animal, se debe a los intensos procesos de investigación que lleva a la conformación de micro climas adecuados para la vida de estas especies.

Una de las más importantes acciones que realiza se concentra en el enriquecimiento ambiental, es decir, crear las condiciones para lograr el máximo nivel de tranquilidad de los animales, como la colocación de paletas de hielo para felinos y mamíferos, de charolas de semilla y frutas para aves, entre otros.

La alimentación, afirmó, es un factor clave en el bienestar de los animales, por ello, es que hemos tenido que cambiar de proveedores, por ejemplo, en el suministro de granos, al no cumplir las especificaciones, aunque ha sido más notorio en la carne, pues se cree que por ser animales se recibe ya verde y sin sanidad.

Tigres, leones, jaguares, hipopótamos, ocelotes y hasta cebras, guacamayas rojas y verdes, además de chachalacas, se han reproducido con éxito, a pesar de espacios aparentemente confortables que son reducidos, dado que este zoológico se encuentra en medio de la mancha urbana.

“Sólo existen tres especies que no hemos podido lograr su reproducción y estos son: el emur, el mono patas y la jirafa, ya que no hemos podido conseguir parejas para estas especies, pero estamos en búsqueda permanente de ellas”, indicó.

Sin embargo, en los encierros se pueden apreciar especies poco comunes para un zoológico local como son: el tigre blanco, panteras, ciervos blancos, mono tití, chimpancé, pitones birmanas, numerosas especies de tortugas terrestres, faisanes, ciervos rojos, avestruces y emús, flamencos rosas, entre otras especies.

Este zoológico, catalogado como una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) es más que un encierro animal con un aviario, un serpentario, un área para felinos, un primaterio, una avenida para los felinos, es también un espacio para la formación de valores en el cuidado del medio ambiente.

Cada mes, mediante el programa denominado Educazoo, niños de 120 escuelas realizan visitas guiadas al zoológico, donde además de tener un contacto más cercano con ciertas especies, toman conciencia del cuidado de la fauna y de cómo cuidar a los animales en general, pues éstos son seres vivos que también sienten y sufren.

Además de ofrecer más que la posibilidad de conocer especies animales o tener un contacto más cercano con ella, es también una isla que ofrece servicios ambientales a la ciudad y un espacio a la tranquilidad que propicia la convivencia familiar.

Su entrada principal está ubicada entre la avenida Itzaes, que da acceso a los visitantes a cualquier punto de ciudad y la calle 59, que lleva directamente al centro histórico de Mérida.

Desde la cual, sólo se pueden apreciar en torno suyo edificaciones hospitalarias y escuelas vinculadas a la salud, así como oficinas administrativas de gobierno.

Un árbol de zapote es el símbolo perene de que este parque fue edificado en 1910, con la intención de ser un parque botánico y al que al finalizar la década de los 60 del siglo pasado, se le anexó la función de zoológico.

Este árbol, recordó, sufrió los embates del huracán Isidoro en 2010 y pese a que fue derribado por los fuertes vientos, se le pudo levantar y con cuidados se pudo resembrar, para continuar siendo un ícono de este parque.

Por esa puerta, a diario entran en un periodo ordinario de clases unas 800 personas, sin embargo, durante un fin de semana en vacaciones, la cifra alcanza los 15 mil visitantes.

Entre ellos, “familias enteras de todas las clases sociales, incluso hablamos de mucho extranjero, entre los que destacan españoles, alemanes y estadunidenses”, explicó.

Cabrera Borges destacó que uno de los grandes atractivos es “el trenecito”, un carrito que simula una locomotora, que por “un peso” recorre la periferia del parque, desde donde se puede admirar el encierro animal, el área de juegos infantiles y parte del lago artificial.

“El parque abre de 6:00 a 18:00 horas y el zoológico de 8:00 a 17:00 horas, podemos ver a grupos de personas de la tercera edad realizando ejercicio, y conforme avanza el día, grupos de jóvenes que acuden a estudiar, platicar, comer o se van de pinta, así como familias que pasean y “cuelgan sus hamacas” en los árboles”, abundó.

Añadió que el Zoológico del Centenario es un ícono de la ciudad, tal vez es esta una de las razones por las que tenemos continuamente visitantes de todas partes del país y del mundo, además de ser un parque zoológico gratuito, pues no se cobra un sólo peso la entrada.

Sus árboles que sirven de cobijo a sus habitantes y visitantes, “ofrecen también un espacio para la convivencia familiar, para la promoción de valores; un espacio para el diálogo entre la naturaleza y el hombre”, puntualizó.

NTX/JMC/RMF/LCH

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