Este gran conjunto es uno de los más importantes de Uxmal y, al mismo tiempo, un catálogo de las más ricas muestras del arte lapidario maya, que transformó la piedra en una gran filigrana, donde se conjugan armoniosamente mascarones de Chaac, grecas, chozas, serpientes entrelazadas, motivos geométricos y otros elementos decorativos característicos del estilo Puuc.
El Cuadrángulo descansa sobre una plataforma en rectángulo de más de cuatro metros de alto (por encima del Juego de Pelota) y 100 metros por lado. Cuatro edificios diferentes entre sí, se disponen en torno de este cuadro y dejan libres las esquinas, particularidad que supuestamente permite la circulación de aire, y cuyo fin fue evitar las temperaturas que seguramente subían al reunirse las muchedumbres en las magnas celebraciones de la urbe.
El nombre de Cuadrángulo de las Monjas es atribuido al sacerdote franciscano Diego López de Cogolludo, quien bautizó al conjunto así al encontrarle similitud con los conventos religiosos de España.
Edificio Sur del Cuadrángulo de las Monjas
A pesar de ser el más sencillo de los cuatro, este edificio comprueba el gusto de los mayas de reproducir en piedra los elementos de su vida diaria: en el edificio es sobresaliente la profusión de mosaicos en el friso y de bajorrelieves en forma de chozas de paja, que coronan las entradas a los aposentos, como las que aún se construyen en las poblaciones rurales de la Península. En total hay dos filas de cámaras individuales, ocho con puerta en el interior y ocho hacia el exterior.
Esta estructura es la menor de los edificios principales. Mide aproximadamente 80 metros de largo por nueve de ancho y seis de alto. Está asentado a ras del patio del cuadrángulo y su entrada es de la misma forma que la que da acceso a la plaza interior: un alto pasadizo de bóveda maya precedido por una amplia escalinata.
Además, junto con las chozas y celosías, destacan algunos mascarones labrados de Tláloc (dios azteca de la lluvia), de cuyos ojos brotan ondas que simbolizan el agua.