Originalmente, esta gran mole tuvo la apariencia de un montón de escombros; sin embargo, el trabajo de los arqueólogos ha permitido comprender qué fue en sus tiempos de esplendor.
La estructura, que es apenas un poco más baja que la pirámide del Adivino, aunque mucho más abierta y menos empinada, tiene nuevo cuerpos escalonados y una amplia escalinata con 65 escalones. En la cúspide está el Templo de las Guacamayas, así llamado por las aves que decoran el muro y que parecen volar hacia los cuatro puntos cardinales.
La arquitectura de este edificio contrasta con la de otras construcciones, pues carece de mosaicos refinados, aunque toda la fachada esté cubierta de adornos y sobresalga en la parte central con respecto a los extremos. Este contraste hace pensar que algunos labrados fueron hechos cuando se inició el período decadente de Uxmal. En el interior hay un enorme mascarón narigudo del dios Chaac, ahora destruido en la parte superior. Las fachada estuvo decorada en su totalidad, pero el friso y la cornisa se derrumbaron. El burdo acabado del templo sugiere que se edificó durante el período decadente de la urbe, probablemente en el siglo VIII.