Los pueblos celebran el día de su santo patrono con una gran fiesta que incluye bailes populares, juegos mecánicos, petardos, procesiones, ofrendas y platillos suculentos acompañados de tortillas hechas a mano. No puede faltar la corrida de toros, que se lleva a cabo en una plaza de troncos y hojas de palma levantada por los mismos habitantes en unos cuantos días, ni las repetitivas jaranas en las cuales chicos y grandes participan, y que convierten a las mestizas con sus hipiles bordados en un remolino de colores. Aprovechando las pausas de las jaranas, los lugareños más inspirados recitan bombas, que son versos espontáneos llenos de ingenio popular alusivos a la belleza femenina o al ambiente de alegría.