En el siglo XVIII, por disposición del gobernador y capitán general don Antonio de Figueroa y Silva Lazo de la Vega Ladrón del Niño de Guevara, se construyeron dos arcos: el de Santa Ana, en el cruce de las actuales calles 60 y 47; y el de Santa Lucía, frente a su iglesia. Ambos se demolieron en el siguiente siglo, por encontrarse en malas condiciones de estabilidad. Por esas fechas, el 21 de enero de 1729 se colocó la primera piedra del templo de Santa Ana, edificación financiada por el mismo gobernador. La consagración la hizo el obispo de la diócesis Dr. Juan Ignacio María de Castorena Ursúa y Goyeneche, en 1733. Rodeado parcialmente por el atrio, el templo parroquial consta de sacristía, casa cural y patio. Está hecho todo de piedra, en forma de cruz latina ocupada por la nave, el crucero y el presbiterio y se encuentra sobre un atrio levantado que ha llevado a especular la presencia anterior de una plataforma prehispánica en el sitio. La fachada es muy sencilla, con acceso de medio punto, flanqueado por pilastras estriadas y rematado por una cornisa que forma un pequeño frontón.