El pequeño Templo de la Candelaria se encuentra ubicado en la confluencia de las calles 67 y 64. Especialmente atractivo en su interior, por el retablo que lo ornamenta y por una anécdota que acompaña la supervivencia de éste, la que se debe, según dicen, “al mal gusto del párroco de entonces”, quien en tiempos revolucionarios cubrió el retablo con una cortina y puso imágenes de santos al frente, en pedestales. Al parecer, los hombres de Alvarado entraron y destruyeron lo visible del templo, sin imaginar el tesoro que había detrás de la cortina, en el altar.
Con la jerarquía de ermita, este templo se construyó a expensas del maestre de la Catedral don Manuel Núñez de Matos.
Comenzó a construirse en el siglo XVII, terminándose a principios del siguiente, como se observa en la inscripción que acompaña al arco de la entrada “año de 1706 en noviembre se acabó esta iglesia”. La fachada del templo es sencilla, con arco de medio punto de piedra, flanqueado por pilastras dóricas, ventana coral enmarcada en piedra, y con el remate de la fachada con la clásica espadaña característica de la región.
En el interior sobresale el hermoso retablo dorado de estilo barroco que forma tres cuerpos con columnas salomónicas y una serie de nichos de esculturas religiosas, ricamente ornamentado todo con motivos vegetales.