El culto de la muerte, uno de los más antiguos de la humanidad, está presente entre los mayas en esta interesante plataforma, considerada “un verdadero monumento a la crueldad de la guerra”. El nombre de tzompantli significa en náhuatl “muro de calaveras” y probablemente se levantó durante el dominio de los cocotes y sus capitanes mercenarios del altiplano, en el segundo período de la ciudad militarista.
Originalmente, hacia el año 1200, los habitantes de Chichén Itzá colocaron sobre la plataforma una empalizada de puntiagudas varas en las que se ensartaban, de cuatro en cuatro, las cabezas sangrantes de los enemigos. En el relleno de esta plataforma, los arqueólogos encontraron enterradas figuras del Chac Mool, así como cráneos con ofrendas y un anillo roto del Juego de Pelota. En su estructura, con forma de “T”, la base del Tzompantli sostiene tres tableros decorados con las calaveras y divididos entre sí por molduras. Los que están en los extremos tienen reproducciones de cráneos en altorrelieve; el del centro es más ancho y tiene dos hileras de cráneos. En total, se han encontrado más de 500 calaveras esculpidas en altorrelieve.