Este conjunto presenta varias estructuras en superposición, que logran ofrecer un grandioso monumento cuyas características se remontan a la etapa antigua de florecimiento de la urbe. El edificio es digno representante del estilo Chenes, ya que sus relieves y adornos cubren por completo el frente del edificio, que luce como una mole cuadrangular con dos anexos y en cuya cúspide se alcanza a mirar dos templos.
Una ancha escalinata conduce a la explanada superior. Llamada las Monjas, probablemente por la gran cantidad de cuartos parecidos a celdas (no dejó de sorprender esta distribución a Diego de Landa), se supone que esta construcción estuvo destinada a los conjuros y las ofrendas a los dioses de la lluvia, deidades que precedieron al poderoso Kukulcán.
Resultado de varias superposiciones, el inmueble fue originalmente un grupo de varios edificios separados: la Casa de las Monjas, el anexo del este y el anexo del sureste, todos con cuartos dobles rematados con cresterías. En la parte central del friso frontal del anexo del este, considerado el más bello de todo Chichén Itzá, destaca la escultura de un personaje sentado, con los brazos cruzados sobre el pecho y penacho de plumas, rodeado por un marco en forma de nicho.