Por Tomás Martín. Corresponsal

Mérida, 24 Jun (Notimex).- Los mercados municipales parecen ser los últimos bastiones de los músicos callejeros, también llamados músicos urbanos en esta ciudad capital, y también la última trinchera de la música tropical contra las nuevas tendencias y gustos de las nuevas generaciones.

Hasta hace algunos años, era posible observar músicos callejeros en varias calles del Centro Histórico de la ciudad, sin embargo poco a poco han desaparecido o han desplazado a los principales centros de abasto en donde han encontrado solidaridad de los propios oferentes y de la clientela.

Otro factor que ha cambiado con el tiempo es el tipo de músicos que aún sale a las calles en busca del sustento, pues aunque hace algún tiempo podías toparte con guitarristas, saxofonistas, violinistas, entre otros, la mayoría de los que siguen activos son tecladistas cuyo principal repertorio son las cumbias o las canciones de corte tropical.

En el Mercado Lucas de Gálvez nos encontramos con Paulino Chale Pool, quien desde hace 20 años acude a ese lugar con su teclado para amenizar la vida a los locatarios y a todos aquellos que visiten ese legendario sitio de abasto.

Llevo más de 20 años viniendo todos los días a tocar, algunas veces me acompañó mi hijo, pero últimamente vengo solo, y mi hijo solo me acompaña cuando conseguimos algún contrato o evento para fuera del mercado, indicó a Notimex.

Recordó que desde muy joven sintió pasión por la música y poco a poco empezó a juntar para comprarse su teclado y aunque en un principio solo buscaba trabajar en fiestas o eventos especiales, la necesidad de tener una entrada diario de dinero lo llevó a buscarlo en los mercados de la ciudad.

Aquí como sea logró algo de dinero diario y ya los eventos que me salgan pues son un extra y puedo obtener lo necesario para seguir viviendo de esto, que es lo que me gusta hacer, darle alegría a las personas con mi música, explicó.

Resaltó que no es una tarea sencilla y de hecho hasta hace unos años, había más de 10 tecladistas que merodeaban por los pasillos y puestos del Lucas de Gálvez y ahora apenas quedan unos cuatro o cinco que frecuentan ese lugar en busca de las monedas y propinas de la gente.

Lo que yo le digo a la gente es que a diferencia de otros, yo sí toco de verdad mi teclado, no uso secuencias ni canciones grabadas, lo mío es música viva de verdad y eso me ha permitido seguir contando con el apoyo de los locatarios y los marchantes que vienen a comprar, expuso.

Así lo confirma Luis Alberto Aragón Domínguez, mejor conocido como Fili y su Nueva Ilusión, otro tecladista que desde hace más de 25 años acude regularmente a los mercados Lucas de Gálvez y San Benito, quien coincide en que otros colegas han tirado la toalla y dejaron de venir a tocar desde hace muchos años.

Otra situación que ha cambiado son las horas de trabajo, pues antes llegaba a las 7 de la mañana y se regresaba a su casa a las dos de la tarde, pero ahora tiene que quedarse hasta las cuatro o cinco de la tarde para poder sacar el día:

Antes a las dos de la tarde ya había juntado unos 300 o 400 pesos, ahora para juntarlo tengo que quedarme dos o tres horas más, porque la gente por fortuna sigue apoyando, pero ya no lo puede hacer como antes, la economía no les permite darte sin pensar mucho un billete de 50 pesos, cuando mucho te dan uno de 20 pesos o unas monedas, detalló.

Y para Fili como lo conocen en los mercados, son esas mismas personas las que han impedido que la cultura de la cumbia y la música tropical sucumba ante los gustos musicales de las nuevas generaciones que prefieren las canciones de tipo norteño y banda.

Han sido modas pasajeras que no han podido acabar con el gusto por la música tropical y mucho menos con la que se toca en vivo, por lo que podemos decir que aquí está la trinchera más fuerte del gusto por la música tropical que ha logrado preservarse a lo largo de varias generaciones, agregó.

En las cuadras aledañas a los mercados, es posible encontrar a don Cándido Tun Caamal, un trompetista callejero que ya no recuerda desde cuando se coloca en ese sitio ya han pasado muchos años, expuso a Notimex.

A sus más de 65 años, don Cándido se resiste a dejar de hacer lo que le gusta a pesar de que como él mismo señala, ya no es tan sencillo sacar el día.

En un día promedio logró hacerme de unos 50 pesos, de esos 50, seis pesos son para mi transporte, pero los fines de semana y en quincena logró sacar entre 100 y 150 pesos, eso es como un equilibrio, una ayuda que compensa los días malos y que me permite comer de mi oficio, enfatizó.

El sonido nostálgico de su trompeta irrumpe en el paso de los transeúntes, algunos de los cuales se detienen para echar monedas en un pequeño cubo que Cándido pone para recibir la ayuda de quienes aún ven en la música callejera un modo de desafiar la cotidianidad, la rutina, quienes aún mantienen con vida la música callejera en esta ciudad.

NTX/TAM/GPG  

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